Puntos de Fuga

Cuando ella se subió a la cama pensó que se moría.No había lugar que no hubiera visitado ya y, sin embargo toda la geografía era diferente y misteriosa.
Por la ventana llegaba el ruido de la calle y los cóncavos de la piel eran pequeñísimos instantes de sombra. Por allá y por acá los dedos eran rasguidos de guitarra y ella sintió que sus cuerdas estallarían de un momento a otro.



Una lenta y transpirada gota de rocío le surcó la frente y una máscara insólita le ocupó la mirada.
La luz penetraba cada pliegue, lo absorbía y completaba rellenándolo de una sustancia pegajosa
que se le adhería como un dolor de dientes. Aguda,penetrante,enloquecedora.
Se miró en el espejo de junto a la cama.No era ella. No era su cara.
Se vió extraña y desgraciadamente penosa.
Hasta que amaneciera faltaban horas cósmicas y pensó que no podría ir a trabajar ésa mañana.
La producción de prostaglandinas habíase instalado en ella desde hacen dos días y Mr.Ibupirac prometió en vano que la libraría del martirio mensual.
Por la ventana corría frío y los gatos se acomodaron en su costado. La caja boba entretendría por milésima vez hasta el efecto de la valeriana en té.
Y su bajofondo entonces propondría a los azules y morados de la madrugada, una tregua roja que la aliviara de su episodio de lágrima sensible.
Un ovario bramó.