domingo, noviembre 05, 2006
para el que entienda

En nuestro lenguaje diario hay un grupo de palabras prohibidas, secretas, sin contenido claro, y a cuya mágica ambigüedad confiamos la expresión de las más brutales o sutiles de nuestras emociones y reacciones.
Palabras malditas, que sólo pronunciamos en voz alta cuando no somos dueños de nosotros mismos.
Octavio Paz